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Yulia Timoshenko ayer en Maidan Nezalezhnosti
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Como ciudadano europeo me alegró y tranquilizó ver ayer las imágenes de Yulia Timoshenko en Maidan Nezalezhnosti de nuevo en libertad y haciendo lo que mejor sabe hacer, arengar a las masas y animarlas a seguir una causa común. La ex-primer ministra y ahora también ex-convicta gracias al tesón de su pueblo, querida por muchos y odiada por otros tantos, no se le puede negar la enorme capacidad de liderazgo y convocatoria.
La oposición y los manifestantes de las calles han estado durante estos tres meses carentes de un líder nítido en el que apoyarse, por lo que han tenido que echar mano de lo único que les quedaba: sus ideales, …ahí es nada.
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Imágenes que tomé durante el juicio a Timoshenko.
Los ideales con mayúsculas de un país que quiere liberarse de la endémica corrupción que les invade y de la miserable casta de dirigentes instalados en todas sus esferas ha sido el único motor que ha alimentado esta revuelta. Y ahora, después del giro tan espectacular que ha dado la situación, desde el terrible jueves negro que ya nadie olvidará, se ha pasado en sólo 48 horas a un estado de relativa esperanza gracias a una catarata de sorprendentes acontecimientos. Una vez más, el efecto dominó vuelve a aparecer. Solo hacía falta tumbar al seis doble, a la ficha más pesada, para que todo cayese a su alrededor, aunque en ello le fuese la vida a decenas de ciudadanos.
Es ahora cuando este motor, este ideal, tiene que materializarse a través de la figura de un dirigente. Qué pena que no nos gobiernen las ideas sino las personas, con todas sus imperfecciones y debilidades. Es por esto que llegado este momento lanzo una reflexión a esta dirigente, a esta persona que ayer apareció en silla de ruedas, debilitada por la enfermedad y en parte consumida en su paso por la cárcel:
Señora Timoshenko, siempre la he considerado un eslabón imprescindible en el acercamiento a Europa. Como europeo y asiduo visitante de su hermoso país cuya gente siempre me ha tratado de forma inmejorable, me alegra verla de nuevo en libertad y rodeada de su pueblo, pero señora… no se equivoque.
Espero señora Timoshenko que no olvide JAMÁS que la gente a la que se dirigió ayer en Maidan es la gente que le ha devuelto su libertad. Recuerde SIEMPRE que ni los más prestigiosos abogados ni los más influyentes políticos de Europa han conseguido en dos años y medio lo que su gente, el pueblo de Ucrania ha logrado para su país y para usted en tres meses, y en concreto, en un fatídico y a la vez heroico día. …nunca, …nunca lo olvide.
Dicen que la Vida da a todos segundas oportunidades y la suya, la de poder formar parte (quizás) del equipo que dirija de nuevo su país, a llegado irónicamente tras arrebatárselas días atrás a decenas de personas. No lo olvide.
Señora Timoshenko, muchos recordamos su primera oportunidad hace diez años, en aquella ocasión también brindada por su pueblo tras el éxito de la Revolución Naranja y cómo poco a poco se fue enquistando y debilitando en sus enfrentamientos fraticidas con su presidente Viktor Yushenko. Como botón de muestra se me viene a la memoria la esperpéntica imagen a la que se llegó hace seis años con el triste episodio de la pelea por los aviones oficiales. Recuerdo que justo ese día yo estaba en Ivano-Frankivsk iniciando mi viaje por Za-Karpatia y me encontré con la sorprendente noticia en las portadas de los periódicos.
3 de octubre de 2008. Portada de prensa en un kiosko de Ivano-Frankivsk
Tenga siempre presente que su libertad y su segunda oportunidad han tenido que ir a comprarla a muy alto precio y ese precio que ha pagado su pueblo nunca podrá ser devuelto por usted ni cualquier otro representante político, por lo que aún asumiendo de nuevo el reto del liderazgo, estará siempre en deuda con su país.
Lo único que esperan los que le siguen, los que tienen la confianza depositada en gente como usted, es que sea merecedora de ganarse con su trabajo y sus actos esta nueva oportunidad y la de poder honrar día a día la memoria de aquellos que han sacrificado tanto estos tres meses por conseguir por fin la oportunidad de optar a un país más libre y más justo en el que vivir.
Como cara visible ayer de todos los futuros dirigentes políticos de su país y en representación de todos ellos:
señora Yulia Volodimirivna Timoshenko,
póngase usted a trabajar como nunca lo haya hecho.
Su pueblo, su gente, así se lo exige.
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Afortunadamente un final anunciado ya en diciembre: Euromaidan, el «Déjà vu» de Yanukovich
al Sur de un horizonte 