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LOS VERDADEROS MOTIVOS

DE LA RÁPIDA INTERVENCIÓN EN SIRIA

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El pasado año publiqué este significativo mapa
bautizándolo como «la diagonal de lo absurdo»
Russia: the diagonal of the nonsense
Rusia: la diagonal de lo absurdo

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Una diagonal de territorios sumergidos en el limbo jurídico internacional, un reguero de pseudo-países que bien podrían rivalizar con el imaginario reino de Ruritania de la famosa novela «El prisionero de Zenda» de Sir Anthony Hoppe. Dicho de otra forma: uno de tantos legados desastrosos dejado por la Unión Soviética tras su colapso, sumado a la política expansionista a modo de caballo de Atila de un sólo hombre, Vladimir Putin y su febril proyecto de una nueva URSS 2.0

Dicha política expansionista se ejecuta a tal velocidad que en sólo un año el mapa ha quedado totalmente obsoleto.

La diagonal de 2014 no aguantó mucho tiempo y ha sido diluida en una sopa de territorios que florecen como setas tras las lluvias de otoño o en el peor de los casos como la observación al microscopio de una metástasis invasiva.

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METASTASIS: the transference of disease-producing organisms or of malignant or cancerous cells to other parts of the body / Transferencia de organismos productores de enfermedades o de las células malignas o cancerosas a otras partes del cuerpo

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Al conflicto del este de Ucrania se une ahora a ritmo de vértigo el de Siria. Las intenciones en su vecina Ucrania ya son de sobra conocidas por todos. Bueno, por todos… menos por los adeptos al «canal de pago» del Kremlin, noticias RT, que desde principios de diciembre de 2013 al hilo de los acontecimientos de Euromaidan, reemplazó la noticia por la propaganda tras el fulminante decreto presidencial de disolución de la prestigiosa cadena de noticias Ria-Novosti.  (Ver noticia)

 

Pero las prisas, el visto y no visto de la entrada en Siria parece no estar muy claro… o sí?

 

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Puede que este mapa
de los primeros bombardeos de ayer aclaren en parte el asunto:

Rusia bombardeo Siria

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Un rápido vistazo al mapa y comprobamos que las primeras tésis que acusan a Rusia de entrar en Siria, NO para combatir al Estado Islámico sino a los opositores al régimen de Bashar al-Asad van bien encaminadas.

En principio no es de extrañar, Putin ya nos tiene acostumbrado a mentir descaradamente sobre las primeras apariciones de soldados rusos en Crimea, el derribo del avión Malasio, la no presencia de tropas rusas en el este de Ucrania… una mentira más, qué más da? La credibilidad no es algo que le quite el sueño y ya se acostumbró hace tiempo a actuar fuera de su país de la misma forma que lo hace dentro.

La opinión de Putin de que hay que mantener a al-Asad en el gobierno Sirio quedó clara en sus recientes declaraciones en la Asamblea General de Naciones Unidas y el bombardeo de ayer a posiciones rebeldes al actual gobierno, muy lejos de las tropas del ISIS, lo corrobora.

Hasta aquí, todo claro pero la pregunta del millón es:    por qué?

Cuál es el motivo de apoyar a toda costa el actual gobierno en Siria? Qué interés tiene Rusia en mantener en el poder a alguien que reprimió de forma brutal y sanguinaria la llamada «Primavera Árabe» que se extendía desde Túnez hacia el Este como la pólvora?

Puede que nos estemos acercando a la cuestión y que descubramos los serios motivos de preocupación del presidente ruso si dirigimos la vista a una zona no muy lejana, una zona que sólo con oírla mencionar le produce sudores fríos. Me refiero a su eterna pesadilla:  el polvorín del Cáucaso.

A oídos del radicalismo en el “Distrito Federal del Cáucaso Norte”, formado por las repúblicas de Daguestán, Chechenia, Ingushetia, Osetia del Norte, Kabardino-Balkaria, Karacháyevo-Cherkesia, y el territorio de Stávropol, ha llegado hace tiempo las «hazañas» del Estado Islámico en Siria y una vez más Chechenia y Daguestán, cuyos movimientos separatistas cada vez más contaminados del extremismo religioso, se perfilan nuevamente como la chispa detonante de la región. En el caso de Chechenia se trata de una herida que nunca ha parado de sangrar y siempre ha estado avisando en convertirse una vez más en hemorragia. Pero esta herida mal curada no está siendo tratada por Rusia a base de sutura y venda sino más bien a base de torniquete.

El torniquete se llama Ramzav Kadirov, un caudillo checheno multimillonariamente pagado por Rusia para mantener el orden en la región con un nivel de violencia directamente proporcional a su salario.

Sobre este siniestro personaje planea la autoría del asesinato del pasado 27 de febrero de 2015 del dirigente opositor Boris Nemtsov del partido RPR-PARNAS cuando paseaba cerca del Kremlin. Uno de los arrestados logró huir y se cree que actualmente se encuentra en el feudo del caudillo checheno.

En declaraciones recientes, Tanya Lokshina, directora de proyectos de Human Rights Watch en Rusia, comenta: «Decenas, tal vez centenares, de combatientes de la vecina Daguestán, y también algunos de Chechenia, han sido reclutados y están luchando en Siria y Kadirov contempla esto como un desafío a su prestigio y a su dominio de la región»….

…»El ISIS está ganando simpatizantes en el Cáucaso Norte y la insurgencia de allí, ve los combates en Siria como la ‘yihad’ del momento».

Moscú no olvida sus relativamente recientes atentados reivindicados por el denominado Emirato del Cáucaso Norte constituido en 2007, dos de los cuales fueron especialmente sangrientos: el ataque contra el aeropuerto de Domodedovo en 2011 y el atentado en la estación de tren de Volgogrado en 2013.

En su momento Al Qaeda no se relacionó de forma notoria con radicales chechenos y de Daguestán, en cambio el ISIS ha dejado muy claro su deseo de liberar Chechenia y la zona del Cáucaso. Putin es muy consciente de esto y su objetivo actual es impedir que los lazos entre el ISIS y los rebeldes del Cáucaso se sigan fortaleciendo.

Para esto necesita a Bashar al-Asad indemne en su actual puesto, ya que la experiencia le ha enseñado que en esta zona del mundo, desaparecido el dictador, el país desbarra hasta el infinito. Muestra de ello es lo sucedido en el arco mediterráneo tras la Primavera Árabe estos últimos años tras las sucesivas caídas de Ben Ali en Túnez, Muamar el Gadafi en Libia, Hosni Mubarak y Morsi en Egipto, Saleh en Yemen, Maliki en Irak…

Vladimir Putin se juega estos días en Siria, su segunda guerra en Chechenia, la tercera de su país. Bien mirado se entienden sus prisas por actuar ya que si algo le puede quitar el sueño al zar del Kremlin es una carambola del destino donde de la misma forma que la segunda guerra en Chechenia le catapultó de forma meteórica a la presidencia cuando era un completo desconocido, una eventual tercera guerra puede acabar con su ansiado proyecto de una URSS 2.0 y de paso con su presidencia.

Mientras la opinión internacional clava sus ojos con inquietud en lo que sucede en Siria y el este de Ucrania, Vladimir Putin hace más caso a su oído sibilino porque ha empezado a escuchar a lo lejos un sonido familiar, un tenue silbido proveniente del vapor de una espita y sabe que esa espita pertenece a una vieja olla conocida, la vieja olla chechena anunciando de nuevo una alarmante subida de presión.

 

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