“Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”

Jorge Ruiz de Santayana. Escritor y filósofo
Cada año, el cuarto sábado de noviembre se conmemora la terrible hambruna que asoló Ucrania en 1932.  Siete millones de personas, la mayoría niños sucumbieron a una de las más grandes atrocidades perpetradas por el ser humano.
Si bien el mundo es ahora plenamente consciente del Holocausto judío en Europa por los nazis, el Holodomor ucraniano ocurrido solo ocho años antes ha sido sistemáticamente silenciado o ignorado por las autoridades soviéticas de entonces y observadores ingenuos o partidistas,  mal considerados independientes.       

Extracto del documental   «Staline. Le tyran rouge»  de Mathieu Schwartz y Serge de Sampigny 

En 1932, el líder soviético Josef Stalin decidió forzar a millones de agricultores independientes (los llamados kulaks) a que adoptaran la agricultura soviética colectivizada, y con ello aplastar el creciente espíritu nacionalista de Ucrania. Ante la resistencia a la colectivización, Stalin, desató el terror y envió veinticinco mil jóvenes fanáticos militantes del partido en Moscú para forzar a diez millones de campesinos ucranianos a que se organizaran en granjas colectivas. Unidades de la policía secreta de la OGPU (Directorio Político Unificado del Estado), posterior NKVD, ambas proveniente de la antigua y temida CHEKA comenzaron las ejecuciones selectivas de los obstinados agricultores.  
 
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