Desde lo alto de su sarcófago, veinticinco años nos contemplan.
Recuerdo la primera vez que pregunté a Kira por Chernóbil. Quería que me relatase aquellos fatídicos días y como se vivieron en su ciudad, Kiev: «Nadie sabía nada incluso días después de la catástrofe», me dijo haciendo acopio de los recuerdos que una chica de por entonces 19 años podía tener de aquellos días. «Un amigo de mi padre trabajaba en La Central. …Murió de radiación meses después», seguía recordando, a la vez que puntualizaba que casi todo el mundo en Kiev tiene algún familiar o conocido afectado por la tragedia. Durante días casi nadie supo nada de lo ocurrido a tan solo 90 Km. «…Piensa; era la época soviética donde el hermetismo y la falta de información seguía siendo el arma principal del gobierno».
La mañana del 29, tres días después del accidente nuclear Kiev amaneció con una imagen turbadora. Un escenario inquietante. A sus calles les faltaba algo. Como puede ser?, se preguntaban todos. …Qué está sucediendo?. Donde están?. …Dónde demonios están los autobuses?.
Este fue el principio de una cadena de rumores y noticias que llegaban con cuentagotas. Alguien hablaba de gente …que decían, …que le habían dicho… El boca a boca es lo único que funcionaba con todas las limitaciones que tiene este medio. Al contrario, la radio y la televisión seguían sus guiones rutinarios sin apartarse un milímetro de lo cotidiano. Los rumores continuaban: «Alguien ha visto esta madrugada a cientos de autobuses en fila salir de la ciudad en dirección norte» . Poco después todas estas preguntas tenían respuesta al saber que semejante éxodo se producía para poder evacuar Pripyat la entonces ciudad-dormitorio de la central nuclear, con más de 40.000 habitantes, hoy convertida en ciudad-fantasma.
Incluso días después, el desfile del 1 de Mayo se intentó llevar a cabo con normalidad, insistiendo y animando a los ciudadanos para echarse a las calles y celebrarlo de manera multitudinaria. Pero si unos días antes faltaban los autobuses de las calles, ahora eran los políticos de alto rango los que faltaban de sus palcos. Ni están ni se les espera. Para entonces todo cobraba forma y la preocupación y el horror se adueñaban de la capital de ucraniana que se encuentra a menos de 100 km al sur de la explosión. La fortuna quiso que el viento soplase esos días dirección norte y los kievitas se vieran liberados de décadas de enfermedades y malformaciones. Pero en su lugar pagaron miles de desdichados bielorusos, ajenos en aquel momento de ser los trágicos ganadores de tan macabra lotería.
Arriba a la derecha encontrarás la lista de los 12 documentales sobre Chernóbil publicados en nuestro canal de Youtube
Para saber más de lo sucedido hace veinticinco años, a continuación puedes leer un extracto de los relatos publicados por Elena Filatova con su expreso consentimiento. Aconsejo visitar su web a través de los vínculos incluidos al final de este artículo, y participar de sus impresiones y de las numerosas imágenes y conexiones que acompañan su relato:
Extracto de los relatos publicados por Elena Filatova